Su primer misión será en las aguas de Gijón en Asturias, donde gracias a pequeños sensores químicos medirá los niveles de contaminación provocados por derrames de petroleo, productos químicos, vertidos de tuberías marinas,etc.
Éstas carpas roboticas no necesitan de intervención humana para hacer su trabajo y pueden volver solas a la base de operaciones para recargar su batería y enviar los datos recabados vía WiFi.
Con la información recogida los científicos pueden crear un mapa de cuando y donde se originó la contaminación.
Los sensores en la boca brindan al pez de un control de navegación autónomo.
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